Mamás corredoras

Acabo de llegar a casa tras mi rutina de carrera a pie por mi circuito habitual. Se trata de un recorrido circular de 3 km en plena Vega granadina frecuentado por corredores y corredoras y ciclistas. Hoy es mi octava salida de 9km desde el día que decidí volver a correr a finales del pasado mes de agosto tras más de tres años sin hacerlo (la época de la foto que ilustra esta entrada). La verdad es que correr me encanta y aunque sufrí problemas en mi espalda y algunos  médicos me aconsejaron en contra de correr he decidido hacerlo porque nadie mejor que yo misma conoce mi cuerpo. Ahora sí, pienso hacerlo bien y he aprendido mucho sobre articulaciones, entrenamientos, estiramientos y todo lo necesario durante todo este tiempo para que mi vuelta a las carreras no me pase factura. De hecho, desde que el ciclismo de montaña se convirtió en otras de mis pasiones  y hago yoga habitualmente me encuentro más fuerte a nivel muscular y me está facilitando estos inicios en el mundo de la carrera a pie.

Pues bien, compaginar el trabajo, el deporte, la maternidad y la intendencia doméstica no es fácil. Eso lo sabemos todas las madres deportistas y más aún si nuestras parejas también lo son como es mi caso. Tenemos que cuadrar los entrenamientos para que mientras uno de los dos sale el otro se queda con nuestra hija. Nosotros lo llevamos muy bien. Tenemos nuestra propia rutina establecida y practicamos nuestros deportes casi siempre por separado. Nos apoyamos mutuamente para hacer aquello que nos gusta. Y eso es una suerte.

Hoy durante mi recorrido en la Vega me he cruzado con otra mujer corredora. Ella iba corriendo a buen ritmo y detrás de ella iban sus dos hijos pequeños (calculo que de 4 y 6 años aproximadamente) en bicicleta. Ella iba animándolos con palabras como «vamos chicos, una vuelta más» sin dejar de correr y mirando hacia atrás pendiente de ellos y de que no les pasara nada (por el circuito a veces pasan coches de los agricultores). A su vez los nenes le iban diciendo «mami, una vuelta más solamente porfi». No he podido reprimir una sonrisa ya que la escena es para mi habitual. Suelo hacer lo mismo con Maya, ella viene en su bicicleta cuando yo salgo a correr y siempre tengo que animarla a «una vuelta más porfi» mientras ella dice «mami cuanto queda». Y mientras corro, y controlo la respiración y el ritmo estoy pendiente de ella y de que no le pase nada. Por eso cuando esta mami de hoy me ha mirado mientras nos cruzábamos corriendo y me ha dicho sin pararse «ay, si es que así no hay forma» he pensado en mí misma y en todas las mamás corredoras del mundo porque una mamá SIEMPRE es una mamá.