Gestionar las emociones: superar el miedo

Siempre me ha fascinado el mundo de las emociones y sobre cómo las gestionamos para superar el día a día ya que éstas están detrás de la mayoría (sino de todos) de los acontecimientos que nos pasan en la vida, percibamos éstos como buenos o como malos.
Pero, ¿qué son las emociones? He leído muchas definiciones, pero resumiendo, una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia. Según algunos autores, existen 6 categorías básicas de emociones primarias: miedo, sorpresa, aversión, ira, alegría y tristeza.

De estas 6 emociones, únicamente la alegría es positiva y la sorpresa es neutra, el resto (miedo, aversión e ira) se valoran como negativas aunque sin duda son necesarias para la supervivencia.

Además existen muchas otras emociones que son más complejas, derivadas, ya que necesitan para ello de un complejo desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas como pueden ser la culpa, la verguenza y el orgullo.

Cuando en alguna situación cotidiana nos bloqueamos porque algo está impidiendo que actuemos como nos gustaría hacerlo un ejercicio mental que suelo hacer es pensar sobre qué emoción de entre estas seis estará actuando como bloqueador. Una vez que identifico la emoción pienso en una estrategia para gestionarla. Por ejemplo, a veces, cuando damos una mala contestación a una persona cercana (amigo o familiar) y reflexionamos sobre el porqué de esta conducta puede ser que la emoción que hay detrás puede ser tristeza (si nos sentimos tristes porque esta persona se aleja), miedo (si tememos perder su amistad) o ira (si estamos enfadados porque nos hemo sentido ofendidos y no hemos sabido resolver el conflicto de manera constructiva). En función de la emoción que esté provocando ese comportamiento la estrategia será diferente. No es lo mismo gestionar la tristeza, que la ira o el miedo.

El miedo se define como la anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad. Este peligro puede ser real o imaginario. Gracias a esta emoción tendemos a protegernos de situaciones potencialmente peligrosas incluidas las mortales.

En la práctica de un deporte que conlleva riesgo, la gestión de la emoción del miedo es fundamental para mejorar la práctica deportiva y por tanto alcanzar el mayor desarrollo posible de la habilidad. A lo largo de los múltiples deportes que he practicado y practico siempre existe un alto grado de miedo que gestionar. Y quizás sea este miedo lo que me engancha a estos deportes. Pero claro, siempre y cuando mi gestión del miedo sea eficaz, de lo contrario me impediría realizar ciertas cosas. Entrenar la mente en la práctica deportiva me ayuda a gestionar el miedo en otras situaciones de la vida, aunque no siempre son extrapolables, sobre todo cuando hay factores externos que no dependen de una misma (como en el entorno laboral por ejemplo).

Cuando me encuentro ante un reto, una dificultad técnica y no me siento capaz, me doy cuenta que tengo miedo (a caerme, a hacer el ridículo, etc.) y entoces analizo la situación para descomponerla en factores que puedo controlar y los que no, intento objetivizar y cuando la conclusión es a mi favor, el miedo desaparece. Como cuando me enfrento a una subida o bajada técnica con la bici como la que se ve en este vídeo: