El mejor piropo

¿Por qué a las personas (en general) nos cuesta más aceptar los cumplidos que las críticas negativas? Es decir, es habitual que si alguien nos hace una crítica negativa nos la solemos creer de primeras sin cuestionarla. Incluso en ocasiones, tras reflexionar y descartarla como verdad incuestionable nos sigue dejando huella en nuestra mente. En cambio, cuando alguien te dice algo bonito es como si una luz se encendiera de pronto y nos cegara. Nos quedamos en blanco, como pensando «anda ya, yo no» o «quien yo? no creo… »

El otro día viendo una serie, una doctora tras intentar una operación delicada con 5 niños consigue salvar a 4 pero su cara refleja una consternación extrema cuando un compañero le dice: «deberías estar orgullosa, has salvado a 4» y ella le contesta «he perdido uno». Está claro que una vida humana es mucho, pero ¿por qué nuestro cerebro se centra en lo negativo? ¿qué es lo que nos impide centrar la atención en lo positivo incluso cuando es evidente su mayor impacto?

El otro día, en la clase de danza oriental a la que asiste mi hija, una de las niñas de las que rondan por allí se me acerca y me dice: «eres muy guapa». Y me quedé perpleja. No estamos preparadas/os para que alguien nos diga cosas bonitas porque sí. Si me hubiera dicho «eres tonta» la hubiera sonreído y le hubiera soltado una broma, tipo chiste, «más tonta eres tú, tururú» o algo por el estilo. Mi respuesta con cara de pez fue: más guapa eres tú y tú y tú señalando a otras niñas que se habían acercado a mi alrededor. Me cogió por sorpresa pero pude reaccionar.

Los niños son así, naturales, dicen lo que ven y lo que piensan, tanto lo bueno como lo malo, hasta que la socialización nos despoja de esta naturalidad. Es en la infancia cuando tenemos que educar en esto. Quiero decir, que ya sea como padres y madres o como profesionales de la educación tenemos que decir a los niños y niñas cumplidos cuando se los merezcan. Estamos acostumbrados a castigar conductas o a reprender comportamientos pero pocas veces caemos en decir palabras amables, de aliento, simples cumplidos, no solo cuando los niños/as hacen las cosas bien, sino en general para demostrarles que les queremos, que son buenas personas. Si crecemos oyendo palabras dulces, de amor, quizás llegue el día en que no nos sorprenda cuando alguien nos diga algo bueno, porque simplemente aceptaremos que es así.

Yo he decidido creerme lo que me dijo esta niña de 7 años ¿por qué no iba a creérmelo? 😉