Pedaleando, un estilo de vida sano, ecológico y barato

Todas las mañanas atravieso la ciudad dándole a los pedales para ir a trabajar.  La sensación es maravillosa. Atravesar la ciudad en bici es muchísimo mejor que hacerlo en coche. Se respira libertad.  Al pedalear todo fluye, la sangre por el cuerpo y con ella el oxígeno.  Cuando el cerebro tiene oxígeno las ideas fluyen y se dibuja una sonrisa en el rostro.

Llego algo cansada al trabajo tras 4o minutos con ligera pendiente y fuerte pendiente al final, pero satisfecha. El grado de cansancio suficiente para trabajar con alegría pero sin energía extra para derrochar en las cosas accesorias que a veces, por desgracia, acompañan al trabajo: las discusiones innecesarias o los pensamientos negativos. Sólo las tareas, me centro únicamente en las tareas. Trabajar, pedalear, fluir…

Se debe de notar, que me gusta y que disfruto. Ayer cuando llegué a casa mi hija me dijo: «mami, te he hecho un dibujo para que lo lleves al trabajo» y cuando lo vi me encantó. Es el dibujo que acompaña esta entrada. Dice la mami-ciclista (yo) «voy montando y disfrutando».

Otro motivo más de satisfacción, la imagen que mi hija va formánose de su mamá. Me ve feliz, sana, ecológica y de paso le transmito esos valores fundamentales para su educación. Estoy deseando que llegue la hora de volver a casa para pedalear pero esta vez todo cuesta abajo, todo disfrute.

¿Se necesitan más razones para cambiar el coche por una bicicleta?

Motivación, esfuerzo y serenidad

El primer requisito para dejar de fumar es querer hacerlo. Pienso que muchas personas fumadoras que lo intentan y no lo consiguen es porque realmente no lo quieren dejar. Uno de los motivos puede ser el miedo a reconocer que no serán capaces postergando así la decisión de abandonar el hábito para no enfrentarse a su “fracaso”.

Otro motivo puede ser el esfuerzo. A la mayoría de personas no le gusta esforzarse. Estamos en una sociedad del “bienestar” entendida como “conseguir las cosas fácil y cómodamente” lo que ha repercutido en la generación de una conducta “perezosa”. Pero, como dice la sabiduría popular “el que algo quiere algo le cuesta”.

Muchas personas fumadoras pensarán que es fácil decir todo esto pero que la adicción es real, está ahí y no es cuestión de voluntad, motivación y esfuerzo. La ansiedad que provoca no solo el hecho de no fumar sino también el simple hecho de pensar en dejarlo hace que la adicción permanezca.

Por ello, por mi experiencia personal, pienso que el tercer elemento indispensable (y quizás más difícil) consiste en tener una mente serena. La serenidad se puede cultivar, al igual que conseguimos mejorar otras cualidades mediante la práctica, el ejercicio o el entrenamiento.

Resumiendo, mi receta basada en mi experiencia, consiste en:

Localizar cuál de estos tres aspectos es tu punto débil  permitirá centrar la atención y trabajar en él/ellos para lograr al fin dejar el nocivo hábito.