A veces ser madre se antepone a todo

A las 9:30h de hoy tuvo su comienzo la VI Carrera de Montaña Sierra Elvira. Una carrera exigente dentro de la copa andaluza con 29km y 1900 metros de desnivel positivo. Todos dicen que es una carrera dura. Estaba inscrita desde hace meses y no había pensado mucho en ella hasta hace un par de días,  como suele ocurrir en estos casos, cuando de pronto caí en la cuenta de que no había gestionado nada para dejar a nuestra hija mientras corríamos. Para cada carrera siempre encontramos la manera de que algún amigo/a se haga cargo de ella, o también se ha dado el caso de hacer que mi madre se desplaze desde Cádiz para quedarse con ella. Pero este fin de semana no ha podido ser nada de esto. De pronto un agujero negro se abrió dentro de mi cabeza. No soy muy defensora de la idea de que las madres son al final quien se encargan de los hijos/as puesto que en mi caso las cosas por fortuna funcionan de otra manera. Pero en lo más hondo de nuestro código genético o de años de culturalización se ha debido marcar a fuego el sentido de la maternidad y para mí, de manera consciente o incosciente, empezó a crecer la idea cada vez más fuerte de que no iba a participar en la carrera. No quería pedir de nuevo favores o recurrir a personas menos cercanas y lo que no quería por nada del mundo es transmitirle a mi hija la sensación de que es una pelota que suelto con alguien toda la mañana del sábado mientras sus papis corren. Así que empezaron a salir otras excusas en mi cerebro: estoy cansada, mi tiroides va mal, tengo el hierro bajísimo, la alergia. Y todas estas excusas son verdad, pero pueden ser razones suficientes para alguien que busque en la carrera hacer una buena marca o incluso podium. Pero siendo sincera, yo soy finisher y para mí el triunfo es terminar y disfrutar en el camino…pero en estas condiciones no iba a disfrutar así que decidí quedarme con mi hija e ir a ver a los corredores a la meta, animar a Pablo y a mis compis GUTs y disfrutar de la paella del final. Supongo que habrá más Sierras Elviras esperando para mí…

Voluntad y esfuerzo, ingredientes clave del éxito

fuente de la imagen: http://ochomiles.wordpress.com

Ayer vi un documental sobre Edurne Pasabán. Para quien no sepa quién es esta mujer, es una deportista excepcional, una montañera que tiene en su haber el ser la primera mujer en la historia en haber conquistado los 14 ocho miles del planeta. Se pueden contar con los dedos de una mano las mujeres que lo han conseguido y apenas lo ha hecho una veintena de hombres.

8miles

Lo que más me gusta de ella y de los montañeros que son como ella es su actitud perseverante, su enorme fuerza de voluntad y su gran capacidad de esfuerzo. Como dice una frase de mi amigo Xaverio en su libro Indalo Codex «Actúo con paciencia y perseverancia porque cada cosa requiere su tiempo». Y cuando hablamos de la montaña no debería ser de otra forma, ya que los alpinistas no se juegan un triunfo deportivo sino que se juegan la vida. Y muchos la han perdido en ella.

Esta actitud de voluntad y esfuerzo que vemos en las personas alpinistas como ella es aplicable a la vida diaria en el terreno personal y profesional. Me gusta afrontar los retos de mi vida como montañas porque encuentro numerosos paralelismos entre ambos: planificar la estrategia de acometida, dosificar esfuerzos, reservar energía para los momentos duros, saber cuándo es mejor parar y volver a retomar, contar con las personas que nos son importantes y adecuadas para cada cosa, respirar, oxigenar el cuerpo y la mente…

A más de 8 mil metros de altura, la falta de oxígeno hace que los pasos sean muy cortos, que la cumbre se alcance progresiva y muy lentamente. Aquí de nuevo otro paralelismo, en los grandes proyectos vitales también hay que ir poco a poco, tener voluntad y esforzarse por lograr lo deseado. Como leí el otro día en una frase de las de azucarillo que me gustan tanto: «tan a destiempo llega el que va muy lento como el que va muy deprisa».

El documental finalizaba diciendo que con voluntad y esfuerzo se puede conseguir cualquier sueño pero es evidente que un tercer ingrediente son las personas que te acompañan en la vida. Edurne no ha subido sola los 14 ochomiles, todo ha sido posible gracias al equipo humano que la acompaña en cada expedición. Y aquí mi último paralelismo del post, en la vida, las personas con las que convivimos y con las que trabajamos forman también parte de nuestro éxito o de nuestro fracaso.